9 de octubre de 2008

Fábula Del Hombre & Su Piano


El disco y DVD del show de abril de este año en Madrid sirven como ajustado retrato de la esencia del rosarino: los invitados simplemente ayudan a colorear las canciones que el rosarino va desgranando ante su instrumento preferido.
Por Eduardo Fabregat

Podría ser una Composición Tema: El Hombre y su Piano. De hecho, así es como comenzó todo, con un pibe llamado Rodolfo aprendiendo a presionar blancas y negras en su Rosario natal. Un cuarto de siglo después de su debut discográfico, el hombre y su piano son el centro de la escena en el Palacio de los Congresos madrileño. Mejor dicho, el hombre, su piano y sus canciones, esa materia inasible con la que un músico puede construir una fortaleza. No sé si es Baires o Madrid, el disco/DVD que Fito Páez acaba de poner en las bateas, oficia entonces como certero retrato de su esencia, lo que queda al eliminar las capas de instrumentación, la carne viva de un adecuado protagonista de la música argentina reciente.

No es que Fito esté estrictamente solo en este registro del concierto ofrecido el 24 de abril de este año en la capital española: aquí y allá aparece una selección de aliados que incluye a los exquisitos Marlango, Ariel Rot, Joaquín Sabina, Pablo Milanés, Pereza, Gala Evora, Coki, Mavi Díaz y el trío de Diego del Morao (guitarra), Dani Noel (bajo) y Sabú (cajón). Pero todos ellos fluyen por la escena para pincelar las páginas de Páez, agregar matices a ese acto despojado del hombre y sus teclas. Esa intensa comunión es, también, una clave del disco.

Así, No sé si es Baires o Madrid posee dos momentos especialmente conmovedores. En uno de ellos, Fito da casi un paso al costado, porque es la exquisita Gala Evora quien pone la carne de gallina con “Un vestido y un amor”, que en su castiza entonación cobra nuevo vuelo y tono. El otro pertenece a uno de los temas del álbum que pareció sepultado por su carácter superventas (para utilizar un término bien español), pero que a la distancia sigue impactando por su nivel de inspiración: en 1992 y hoy también, “Brillante sobre el mic” puede ser entendido como una cumbre-Páez, una de esas canciones que algunos matarían por haber compuesto. Esos momentos altos, a pesar de todo, no llegan a eclipsar la nobleza de ese “Giros” con sobrios punteos a cargo de Rot, la emotividad de “Yo vengo a ofrecer mi corazón” con Milanés o la belleza de “Pétalo de sal” enaltecida por la voz de Leonor Watling, el piano de Alejandro Pelayo y la trompeta de Oscar Ybarra.

No es casual que lo único que desentona en semejante ceremonia esté presente solo en el DVD, y haya sido eliminado de la edición en audio. Es que la ejecución de “Ciudad de pobres corazones” en una aullante guitarra amarilla parece fuera de lugar. No sólo por lo difícil que es transportar esa furia hecha canción a la performance de un solo músico, sino sobre todo porque allí Páez rompe innecesariamente la burbuja, abandona a su mejor amigo. Ese al que, promediando el show, vuelve a definir con eso de “hermano de soledad, aquí hoy estamos los dos/ bajo esta luz de rubí, entre esta gente nueva”. Allí están, y allí siguen. El hombre y su piano.

No hay comentarios.:

Spinetta por Aznar

Hoy todas las guitarras están de luto
La mía, que tendría que haberse puesto a repasar zambas
sólo puede pensar en la tuya,
tal vez porque el barro
tal vez porque este balcón donde te vi
casi por última vez
mira una nube de la forma y el color
de esas eléctricas con las que soñábamos de chicos
Este balcón que se quedó esperando una charla
unas palabras o un abrazo
más
que yá no llegará
Luto también en las palabras
habituadas como estaban a que les pusieras
cascabeles
guirnaldas asonantes
o ruedas de tren apocalíptico
caleidoscópicos ojos de fertil papel
de tu prolífica pluma
que suma y resta sílabas
del metro patrón de las esferas
apenas solas
a solas penas
Adiós
que sea A-Dios
a sus brazos
a ese rincón de magia
que seguramente Él guardará
para los que se animan a jugar
con los bloques con los que ha construido el mundo
haciendo pequeños nuevos mundos de cuatro minutos
donde el corazón se muestra
y baila desafiando al vacio
Adiós
Mientras me duele el pecho
te imagino en viaje
por inmensidades más vastas que las del Capitán
pero a diferencia de él
sé que tendrás todos los tangos silbados al oído
y nunca faltará un mate
ni perfume a malvones
En todos nosotros se queda un pedacito tuyo
serás inspiración multiplicada por millares
a lo largo de los años
y lo ancho de las geografías
Cambiaste nuestras vidas
abriendole camino a la imaginación
cantándole salvaje o dulcemente
a los misterios que nos habitan
al misterio que somos
Adiós
No me resigno a tener que decirlo
Adiós
mensajero del infinito

Pedro Aznar